Con una gran estrategia basada en la nostalgia, Lana del Rey o Lizzy Grant sabe jugar bien sus cartas para entrar a la competencia musical. Una tarde la joven “Nancy Sinatra Gangsta” como la llama Verónica Bujeiro en su artículo de Replicante, simplemente fue una cantante famosa que llamó la atención de importantes marcas de moda y ahora de autos.
Hoy la marca de autos de lujo Jaguar, develó en sus redes sociales el videoclip en el que figura los nuevos Jaguar F-TYPE. El video tiene una importante colaboración con Lana del Rey.
Bautizado como “Burning desire” el video muestra la clara audacia del nuevo deportivo de Jaguar junto con la voz y sensualidad de Lana del Rey.
El nuevo E-Type es un deportivo de dos plazas que renueva el icónico E-Type de hace 50 años.
El videoclip la cantante luce con su estilo retro que tanto la identifica y que por lo visto a sido parte de la inspiración de este videoclip que mezcla la nostalgia del pasado con la modernidad del auto.
La letra de “Burning desire” sugiere lo que se puede sentir al volante de este coche. «Un deseo ardiente, conducir velozmente y sentir el viento en mi pelo, nervios, respiración entrecortada, te llevo hasta el límite porque no me importa». Y todo salpicado con imágenes de los años cincuenta, una actuación íntima (a solas) de Lana y un paseo en Jaguar.
Este es uno de los lanzamientos más importantes del año para la marca de lujo, así que estaremos viendo interesantes estrategias de comunicación.
Finalmente te dejamos un extracto de la interesante reflexión de Verónica Bujeiro en su texto “¿Quién inventó a Lana del Rey?” para la revista Replicante:
Una simple búsqueda reveló que Lana no existía, sino que era el disfraz que Lizzy Grant, una acaudalada veinteañera de Nueva York, se ponía para jugar a la chica mala, la “Nancy Sinatra Gangsta”, como la bautizaron sus managers con el fin de venderla en un empaque adecuado. Ante esa luz, sus videos, otrora nostálgicos e intrigantes por su manufactura casera, ahora parecían ser una estrategia bien planeada de algún hipster ilustrado, quizá ejecutivo de la obsoleta, pero gigante, compañía disquera que en realidad la ampara.
Resuelto el “misterio”, twitteros, blogueros y demás autoridades del simulacro, quienes nunca se atreverán a lanzar la primera piedra, de inmediato arremetieron en contra de ella, reclamando la estafa inherente en esos labios hinchados y pestañas postizas: ¿Cómo se atrevía esta chica rica a jugárselas de mala? ¿Quién se lo autorizaba? ¿Por qué posar como reina indie cuando es un producto aparentemente manufacturado por Interscope?
La verdad es que Lana/Lizzy a nadie engaña, el que mira busca algo que no tiene y lo encuentra en ella, sea realidad o no. Ese es justo el contrato que se firma cuando se entra en la vida pop, pero éstos son tiempos difíciles aun para ello, pues la cultura popular actual reclama al héroe mítico del pop fantasía a la vez de realidad. Una ecuación un tanto difícil de sobrellevar.