Los que saben de queso, los gourmets consideran a Suiza el paraíso quesero.
Cuentan con un amplio catálogo de productos que vale la pena conocer y probar producidos por alrededor de 1.300 queserías artesanales que siguen trabajando según métodos centenarios. La tecnología se emplea sólo para controlar la temperatura de las cubas, cortar la leche y mover las grandes ruedas de alimentos lácteos en las cavas de maduración.
Así, la mano del hombre continúa siendo fundamental, al igual que su inestimable sacrificio: como las vacas deben ordeñarse a diario, las queserías suizas están abiertas todos los días del año. Respecto a la leche, los helvéticos son extremadamente estrictos en cuestiones de higiene y conservación. Así como la calidad de la leche es primordial, la alimentación lo es también. En verano, los pastores guían a las vacas hasta las montañas para que se deleiten con los pastos frescos, que asoman tras la retirada de la nieve; mientras que en invierno permanecen en los valles. Sólo un 20% de su dieta está compuesta por piensos, elaborados con cereales y remolacha. El uso de hormonas, antibióticos y otros aditivos químicos está terminantemente prohibido.
El Swiss Cheese Awards, la edición de este 2012, tuvo lugar en la bella ciudad de Bellinzona, en el cantón de Ticino, se presentaron nada menos que 714 quesos a concurso. Optaban al título de Campeón Nacional en 27 categorías distintas.
Este año, la minuciosa cata del jurado de los Swiss Cheese Awards consagró como campeón absoluto al untuoso Vacherin Mont d’Or elaborado por Patrick Hauser, además de un ganador en cada una de las 27 categorías.