El primero de ellos es el Princess Juliana, Saint Maarten en el Caribe que es uno de los más extravagantes e incluso peligrosos que existen en el planeta.
A tan solo 25 metros sobre el suelo vuelan los aviones cuyo destino es el calor y el sol de Saint Maarten. Para poder aterrizar o despegar los aviones tienen que pasar por una playa llena de turistas. Precisamente, aquí reside su atractivo. Sin embargo, el gobierno local advierte que acercarse demasiado «puede provocar lesiones serias o incluso la muerte» al poder ser succionado por una turbina o ser enviado hacia el mar con gran fuerza. Aunque esto no evita que la playa se colapse de atónitos ojos y cámaras esperando tomar fotos.
El aeropuerto fue originalmente creado como pista de aterrizaje militar en 1942, pero fue reconvertido en uno civil tan solo un año más tarde. En 1964, el aeropuerto fue remodelado y se construyó una terminal nueva.
El segundo de ellos también se encuentra en el Caribe y es anterior el Aeropuerto Juancho E. Yrausquin, Saba (Caribe). Se podría pensar que un acantilado y una pista de aterrizaje no es la mezcla más sensata para la seguridad. Sin embargo para desafiar los imposibles como éste, está el aeropuerto de Saba, también en el Caribe. Está considerado como la pista comercialmente útil más corta del mundo, ya que apenas supera los 400 metros de longitud, cuando lo habitual es que sean de, al menos, 2,5 kilómetros. Cierto es que ningún avión comercial ni de pasajeros puede ir hasta allí, aunque sí los aviones más pequeños o los helicópteros. Por suerte, ningún incidente grave ha ocurrido hasta el momento.
El tercero en la lista es el Aeropuerto de Gibraltar. Que el tráfico se detenga, que un avión va a aterrizar en Gibraltar. Es lo que sucede cuando estos pájaros gigantes tienen que llegar o abandonar el territorio. Y es que la carretera más transitada del peñón cruza transversalmente el aeropuerto, cuya construcción data de la II Guerra Mundial, por lo que debe cerrarse cada vez que pasa un avión.
El cuarto es el Aeropuerto de la Peninsula Antártica. Es el aeropuerto menos prototípico de todos. La enormidad del hielo y la nieve. Aterrizar en un blanco infinito. No habrá problemas para aterrizar en cuanto a espacio. ¿Lo malo? El peligro. Aquí, el mayor riesgo es que por el movimiento o el peso del avión, éste quede atrapado en nieve blanda o que, por el contrario, el hielo se rompa.
Y el último en la lista es el Aeropuerto de Funchal, en Portugal. El peculiar diseño arquitectónico y su ingeniosa ingeniería es lo que más llama la atención de este aeropuerto. De lejos, podría tratarse de una maqueta, y los pilares sobre los que se apoya, simples palillos. Pero no. 180 pilares de hormigón lo elevan hasta 70 metros por encima del mar. Este aeropuerto internacional en la isla de Madeira es recordado por un trágico accidente en el que murieron 131 personas, el del vuelo 425 de TAP Air Portugal, que en 1977 se salió de la pista y planeó sobre el mar hasta estrellarse contra un puente y quedar partido en dos. Eso sí, aterrizar en ella es mucho más complicado que en otra, debido a las turbulencias ocasionadas cuando la velocidad del viento es superior a 15 nudos. Por ello, los pilotos que despeguen o aterricen aquí necesitan una licencia especial.