El Lago di Garda tiene una extensión de 370 kilómetros cuadrados, que se extienden entre las regiones de Trentino, Véneto y Lombardía. Un salto desde ciudades como Verona o Venecia en las cercanías nos pueden llevar a este lugar. El recorrido que por sus riberas podemos hacer es ante todo una ruta panorámica; con unas vistas preciosas, verdes, villas elegantes y grandes campos. Es Naturaleza en estado puro.
El mejor punto de partida es, sin duda alguna, Sirmione, una península que se adentra en las aguas del lago, conformando una visión casi medieval del mismo. Allí, junto al lago, impone respeto la Rocca Scagliera, un impresionante castillo del siglo XIII; casi perfecto, de murallas almenadas, en cuyo interior se despliega un pueblo precioso y muy turístico. Calles empedradas, casas en piedra con sus característicos blasones, restaurantes con sus terrazas colgadas, jardines bellísimos…una suerte de pueblo para pasearlo y perderse por sus callejuelas.
Siguiendo la ribera oeste del lago nos encontraremos con Saló, más conocida, sobre todo, por ser la sede del gobierno fascista de Mussolini, quien fundó en ella la República de Saló. Un poco más al norte, nos encontramos con Limone Sul Garda, cuyos atractivos son sus iglesias de San Pietro in Oliveto y de San Rocco. Este pueblo que cuelga prácticamente sobre la ribera del lago, es un placer para el olfato, por su permanente olor a limones en todo su entorno.
Ya en el extremo norte, nos encontramos con Riva di Garda, en la provincia de Trento, un pueblo cuyo mayor encanto es su cercanía a los Alpes italianos y sus vistas al lago. El pueblo en sí, es pequeño y sin atractivo, pero es parada obligada antes de continuar nuestro viaje hacia Bolzano, camino de los Alpes austriacos, o bien hacia el Lago di Garda.
La siguiente parada más reseñable en el Lago di Garda, por la ribera este, es la de Malcesine, la perla de esta orilla, la frontera del antiguo imperio austrohúngaro. En torno al Castillo Scaligero y con muchas iglesias que visitar, la ciudad tiene un claro ambiente medieval. Desde el pueblo, un teleférico nos conecta con el monte Baldo, donde obtenemos unas maravillosas vistas del lago.
Dos son las formas de hacer el recorrido por el lago: navegando en algunos de sus transbordadores, aunque el hacerlo así conlleva pasar más de un día en la zona, ya que las conexiones y distancias entre los pueblos de las riberas del lago, no son excesivamente buenas, o bien hacerlo por carretera, recorriendo la carretera Gardesana; 150 kilómetros de conducción alrededor del lago pero con unas vistas realmente dignas de ser fotografiadas, montañas, bosques, campos, agua y castillos que se levantan imponente sobre riscos imposibles.