El Parque Nacional Blue Mountains, en Australia, nos ofrece, junto con los pequeños poblados cercanos, un espectacular recorrido sin alejarnos demasiado de Sydney. El nombre que tiene este accidente geográfico tiene una explicación: un extraño fenómeno físico hace que una bruma azulada flote en el aire y tiña el horizonte, a partir de la evaporación del agua acumulada en las flores de los millones de eucaliptos que inundan las montañas.
Para el viajero la experiencia es impactante, sobretodo si sumamos otros atractivos como sus paisajes: cañones, barrancos y gargantas cubiertas de vegetación; bellos pueblitos llenos de tiendas de arte y antigüedades, románticos alojamientos alejados del mundo, cafés y restaurantes de primera calidad.
El Parque Nacional de las Blue Mountains fue declarado en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad. A apenas dos horas al oeste de Sydney, a las Montañas Azules se puede acceder con un tren, que parte desde la Estación Central, con autobús o con alguna de las distintas opciones de excursiones por un día que salen de la ciudad.
Un pequeño camino se utiliza para recorrer el parque, un paraíso natural entre bosques, ríos, pájaros de colores y canguros salvajes (sí, es uno de los pocos lugares en el mundo donde todavía se puede ver a un canguro lo más tranquilo a un metro de distancia).