Dispersa entre 14 islas, la capital sueca ofrece las maravillas de su cultura y la benevolencia de un clima que, durante el mes de Julio, atenúa se tradicional frío.
El mes de Julio es uno de los mejores meses para recalar en Estocolmo. Durante este mes de verano, los fríos boreales merman lo suficiente como para transitarla de punta a punta y descubrir algunos de los rincones maravillosos que tiene para ofrecer.
Por empezar, el visitante de esta ciudad descubrirá que “la Venecia del Norte” no es un eslogan vacio y tiene bien ganada esa fama. La capital de Suecia, repartida entre 14 islas, es un archipiélago interconectado por 57 puentes. Atravesarlos es inevitable pero también una experiencia única e inolvidable.
Cada isla tiene su propia personalidad, y de una a otra se descubren aquellos grandes contrastes, como se puede apreciar cuando se pasa del barrio financiero de la ciudad ubicado en la isla de Normalm al laberinto de pequeñas calles de la Ciudad Vieja, Gamla Stan.
A la hora de alojarse en esta ciudad escandinava, también puede ser todo una sorpresa. El hotel Boutique, Berns Hotel, es una alternativa sofisticada y al mismo tiempo ideal para turistas jóvenes.
Este hotel Boutique costa de 65 habitaciones y está ubicado muy cerca del Palacio Real y de la Ópera, entre otros. Su ambientación ultramoderna es el resultado de la constante renovación que ha vivido el edificio, que data del siglo XIX.
Algunos de los detalles que más se pueden apreciar son el trabajo de diseñadores renombre como Philippe Starck y la acertada decoración combinando madera de cerezo y mármol.