Quien ha logrado entrar al mundo del diseñador Philippe Starck no puede salir tan fácilmente, su imaginación en cada una de sus creaciones rebasa la creatividad y originalidad en objetos tan “simples” como una silla o un exprimidor de limones o en estructuras tan ambiciosas como un Hotel de Nueva York o una Torre de control del aeropuerto de Burdeos .
El diseñador francés Philippe Starck no es algo nuevo en el mundo del diseño, sin embargo sus piezas hacen que cada año rejuvenezca su nombre y lo convierta en uno de los diseñadores más creativos de los últimos tiempos.
Philippe nació el 18 de enero de 1949 en París. Cursó sus estudios en Notre Dame de Santa-Cruz a Neuilly-sur-Seine, luego en la Escuela Nissim de Camondo en París.
Como buen creador de tendencias, la vida de Starck estuvo rodeada de un ambiente de creatividad, ya que su infancia la vivió bajo la mesa de dibujo de su padre; empleando sus horas en recortar, clavar y lijar. Starck tuvo el tiempo suficiente para hacer y deshacer todo lo que se le ponía frente a sus ojos.
A sus 20 años Starck ya era director artístico de Pierre Cardin y participado en el diseño de mobiliario e interiores a fines de los setenta, sin embargo fue a principio de los ochentas que su nombre era reconocido en todo el mundo.
El diseñador comenzó parte de su trayectoria decorando algunos lugares, como el «Café Costes» (1984), templo del diseño en el corazón de París.
En New York, hace al Royalton y el Paramount el primero de los clásicos de una nueva hostelería.
En Francia realiza la Escuela Nacional Superior de las Artes Decorativas en París, la Torre de control del aeropuerto de Burdeos y decora en París la tienda Jean-Paul Gaultier.
Todo lo que pasaba por las manos de este gran diseñador, automáticamente se transformaba en un lugar de encuentro y atracción, de ahí que otros países se comenzaron a interesar en su obra, en sus tendencias, en su forma de simplemente transformar los inmuebles. Ejemplo de éstos:
El hotel Delano de Miami, el hotel Mondrian de Los Ángeles, el Hudson de Nueva York, y el Clift de San Francisco. En Londres, la nueva tienda de Jean-Paul Gaultier y numerosos proyectos arquitectónicos en curso de realización en Australia, Turquía, Argentina, en México y en otros lugares, En Madrid reacondiciona un viejo teatro en un restaurante de lujo «Teatriz».
La simpleza del lujo
Philippe Starck no sólo puede verse y disfrutarse en un viaje, muchos de nosotros podemos tenerlo dentro de casa, en la alacena, en un cenicero, en una lámpara, en una silla, o en un exprimidor de limones. Cada una de sus piezas se convierten en clásicos de la modernidad y del día a día.
Starck sabe cómo aplicar a cualquier sueño su toque personal y responder con trabajos inteligentes. Se le ha tildado de diseñador loco, pero ha demostrado ser muy serio cuando se ha puesto en sus manos importantes responsabilidades. Es un hombre que sabe estar en todo y para todo, de ahí su creatividad e ilusión por lo que hace. En la actualidad, continúa marcando el ritmo de las tendencias gracias a la constante innovación que vierte en sus productos.