El aumento de temperatura en verano y las olas de calor, en el ambiente laboral constituyen una fuente de molestia, incomodidad y afectan el desempeño de los colaboradores; a nivel empresarial representan riesgos para la salud y provocan ‘estrés térmico laboral’, trastorno que altera el desarrollo de las actividades productivas, explica Felipe Cuadra, especialista en desarrollo organizacional y cofundador de Rankmi, software 360º para la gestión de Capital Humano.
“El impacto del calor en la productividad laboral es un tema relevante, en especial en estos momentos en que experimentamos aumentos de temperaturas que tienen el potencial para afectar nuestra salud y rendimiento. México experimentó su tercera ola de calor con temperaturas mayores a los 45 °C, y en Jalisco, Tamaulipas y Durango alcanzaron récords de altas temperaturas, por lo que es muy recomendable que las empresas tomen medidas para prevenir afectaciones a su personal. Frente a esta circunstancia, la temperatura en el ambiente laboral adquiere nueva relevancia debido al teletrabajo”, explica el especialista.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) creó lineamientos para atender el impacto del cambio climático en ambientes laborales, por ejemplo, recomienda que los ambientes laborales cuenten con condiciones adecuadas para evitar temperaturas extremas, realizar pausas para evitar deshidratación, agotamiento o golpes de calor y que los trabajadores tengan garantizado el acceso a agua potable.
En este sentido, en el país existe la “Norma Oficial Mexicana Nom-015-Stps-2001, Condiciones térmicas elevadas o abatidas-Condiciones de seguridad e higiene”, cuyo objetivo es establecer las condiciones, niveles y tiempos máximos permisibles de exposición a condiciones térmicas extremas, que, por sus características, tipo de actividades, nivel, tiempo y frecuencia de exposición, sean capaces de alterar la salud de los colaboradores, y aplica a para todos los centros de trabajo en México en los que exista exposición a condiciones térmicas extremas.
El “estrés térmico laboral” generado por las altas temperaturas puede provocar desde un simple dolor de cabeza, a la aparición de debilidad, fatiga, irritación en la piel, calambres musculares, náuseas, abundante sudoración, deshidratación, confusión y problemas respiratorios, entre otros. A medida que la temperatura corporal supera los 37°C, nuestro cerebro se ve obligado a destinar más recursos para regularla, lo que afecta la atención, la concentración y la memoria.
En este sentido, es imprescindible, por ley, que los lugares de trabajo garanticen las condiciones necesarias para contrarrestar los impactos negativos del “estrés térmico laboral”. En ese sentido, Felipe Cuadra recomienda:
- Evitar la exposición a temperaturas extremas, corrientes de aire frecuentes y cambios bruscos, asegurando que los empleados puedan trabajar a una temperatura estable durante toda la jornada laboral.
- Aclimatar a los empleados al calor de acuerdo con el esfuerzo físico que realizan, ajustando los ritmos de trabajo a la tolerancia a la temperatura y manteniéndolos adecuadamente hidratados.
- Evitar fuentes directas de luz solar a través de ventanas o estructuras, creando un entorno de trabajo confortable.
- En términos de productividad, las empresas deben anticipar que los trabajadores expuestos a altas temperaturas pueden experimentar dificultades para desempeñarse en sus funciones, lo que puede provocar una disminución en la productividad de las organizaciones.
- Finalmente, el experto señala que las empresas y los trabajadores tienen la responsabilidad de garantizar que el ambiente sea lo más cómodo posible para todos, ya que de esta manera se evitan riesgos a la salud y se promueve la eficiencia en las actividades laborales.
- “El calor excesivo causa incomodidad física y genera ansiedad, estrés, irritabilidad y cansancio en los colaboradores. Todos estos efectos se traducen en una disminución significativa de la productividad laboral”, concluye Cuadra.