Dom Pérignon, el champagne con mayor historia, tradición y lujo en el mundo presenta Dom Pérignon P2 2002. Con más de 16 años de maduración, gracias a su intensidad, precisión, energía y vitalidad dan como resultado una edición única. Al igual que cualquier creación de alta tecnología, este vino entraña una gran complicación y sólo se puede revelar bajo el signo de la alta definición.
Las plenitudes son definidas como las metamorfosis del universo Dom Pérignon y en su elaboración que se centra en una absoluta dedicación a los vinos de añada; los vinos de Dom Pérignon son exclusivamente de un año y solo uno, un verdadero reto para la interpretación de las estaciones, y para la reinvención.
Cada evolución contribuye a la hermosa singularidad de Dom Pérignon. A estos privilegiados momentos de sucesión los llamamos “Plenitudes”, momentos donde el vino habla más alto y más claro. De una Plenitud a la siguiente, el “Poder de creación” de Dom Pérignon se reafirma con discreta perfección, donde la intrigante dramaturgia de cada añada crece en secreto en el interior de las bodegas.
La Primera Plenitud se revela después de al menos siete años de maduración en contacto con las lías, en función de la cosecha. El vino encarna entonces el ideal de equilibrio perfecto de Dom Pérignon, su mayor promesa. Esto es un Dom Pérignon Vintage, la Plenitud de la armonía.
Lanzada por primera vez en 2008, Dom Pérignon P2 (Plénitude 2) es la recompensa por este intenso dominio por el vino. Despliega un universo de “vibratos” de una densidad excepcional y aérea. Hace de su degustación una experiencia memorable, abundante en sensaciones intensas y penetrantes, de emociones brillantes de frescura. En esta ventana de expresión, el vino convierte en majestuosa la intensidad de Dom Pérignon. Aquí es cuando expresa su envergadura, su expansión. Es Dom Pérignon P2, la Plenitud de la energía.
El momentum de Dom Pérignon P2 es aún más fuerte gracias a su estética oscura, elegante y poderosa. Su botella de tonalidades sobrias y refinadas, así como su estuche minimalista de aluminio cepillado, en mate oscuro, parece haber sido creado casi para encerrar temporalmente la energía del vino y que en esta ocasión y de la mano del reconocido y premiado Chef Enrique Olvera del restaurante Pujol, brindará una experiencia de sensorial denominada “I’m drinking stars”.
Para Dom Pérignon, Enrique Olvera y el restaurante Pujol son sinónimo de éxito y perseverancia. Ambos proyectos comparten la misión de estar siempre en constante transformación; abreviar ideas de aquí y de allá, reinterpretar y evolucionar.
Durante un domingo soleado estos maestros del “Savoir-Faire” ofrecieron una experiencia inolvidable a un grupo de Dom Perignon Lovers donde se presentó la añada espectacular de Dom Pérignon Plenitud 2 2002.
En un mundo de constelación, Miguel-Ángel Cooley, Presidente de la Asociación de Sommeliers de México dio a probar las primeras gotas de esa añada 2002, haciendo viajar a los invitados 16 años atrás.
La experiencia continuó con un menú de maridaje especial elaborado por Enrique Olvera acompañado de las añadas Dom Pérignon Blanc Vintage 2008, Dom Pérignon Rosé Vintage 2006 y Dom Pérignon Blanc Plenitud 2 2002.
Dom Pérignon P2 pertenece a esta matriz elegante, la de la vanguardia, con esta edición aparece un nuevo lujo de singularidad. Gusta de la energía de las experiencias totales, la desorientación de las sensaciones inesperadas, la perfección de los gestos audaces, la pulsación del que llega sólo una vez.
Dom Pérignon se eleva a un vértice de vitalidad esencial y radiante en su estado de plenitud. Elevado a nuevas alturas, se despliega en todas las dimensiones: más ancho, más profundo, más largo, más intenso. Es preciso, intenso, vibrante.
P2 2002 es simplemente una añada perfecta: como lo demuestran los Ratings de Jancis Robinson 19.5/20, The World of Fine Wine 99/100, James Suckling 98/100, Vinous 97/100, Wine Spectator 96/100, The Wine Advocate 96/100 y Bettane & Desseauve 19/20.
La energía de Dom Pérignon denota así un arte de vivir orientado hacia el futuro, un lujo personal más libre e íntimo. Sin restricciones, la experiencia es atemporal, sobre lo esencial del vino, y la esencia de Dom Pérignon, sugiriendo un territorio a curvas de acero, modernas, vivificantes.
Tomar parte en la experiencia de Dom Pérignon es exaltar las ideas del tiempo las que empujan los conceptos como máximo, en todas sus dimensiones. Purificado y drástico, la exploración de Dom Pérignon a través de las Plenitudes se vive en el lujo de la discreción, el mantra absoluto de conveniencia.