Berger Joyeros es mucho más que una marca, es un legado. Cien años de historia de un negocio familiar que ha perdurado a través de cuatro generaciones. Siempre fiel a sus raíces, a su tradición y a los valores de alta calidad y atención al cliente.
El inicio de Berger Joyeros se remonta a principios del siglo XX cuando el Sr. Alex Elías Berger –nacido en Polonia en 1895- fundó en Ámsterdam, Holanda, un taller dedicado al tallado de diamantes creando una pequeña industria del rubro. Más tarde en 1918, al término de la Primera Guerra Mundial, el joyero se trasladó a Amberes, Bélgica, en donde se consolidó como uno de los mejores joyeros en la industria europea.
La infancia y adolescencia de sus hijos, Maurice y Silvain, fueron marcadas por una vida en distintos internados y por el divorcio de sus padres cuando apenas tenían 7 y 9 años.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial en Bélgica durante 1940 definió lo que sería su vida más adelante. Salieron de ese país a través de París, España y Portugal para salvar sus vidas. Su objetivo era llegar a Nueva York para empezar una nueva vida.
Consiguieron visa para viajar a Cuba, donde al poco tiempo Alex Elías Berger trabajó como profesor de tallado de diamantes. Silvain y Maurice asistieron al Colegio Cubano Arturo Montori para concluir sus estudios.
Alex Elías Berger continuaba con la idea de llegar a Nueva York y México era un punto estratégico para lograrlo. Obtuvieron la visa mexicana y llegaron al país el 16 de abril de 1943. Iniciaron con un pequeño taller detrás del zócalo, en la calle de Los Tabaqueros, calle de gran tradición para los comerciantes desde la época de la colonia. Alex Elías Berger comenzó a importar diamantes en 1946, vendiéndole a todos los joyeros.
Poco después, abrieron una oficina en la calle de Madero y empezaron a trabajar con piedras de color. Por años viajaron directamente con los mineros de distintas partes del mundo a negociar las piedras preciosas. Se convirtieron en importantes mayoristas, ya que eran los únicos que lo hacían en aquella época, sin tener competencia hasta la década de los sesenta.
Maurice y Silvain Berger, segunda generación, dieron continuidad al negocio en un esquema de crecimiento y desarrollo paulatino. Empezaron a fabricar y diseñar sus propias piezas, las cuales vendían en exposiciones organizadas primero en el Museo Franz Mayer y después en el hotel Camino Real.
Más adelante, Ari Berger (hijo de Maurice) y Sergio Berger (hijo de Silvain) se fueron a Los Ángeles para estudiar gemología y diseño de joyería en GIA (Gemological Institute of America) y pasaron temporadas en la India y Tailandia con diferentes joyeros para entrenarse en el campo.
En 1987 se incorpora al negocio la tercera generación, Ari y Sergio Berger con la idea de expandir el negocio abriendo boutiques. En 1994 abrieron la casa matriz de Av. Masaryk. En ese entonces había sólo tres boutiques importantes sobre esta avenida: Cartier, Frattina y Tane.
Durante esta expansión, comenzaron a importar marcas de Alta Relojería como Cartier y Chopard, posteriormente Rolex, Patek Philippe, Audemars Piguet, entre otras. A finales de los noventa lograron inaugurar la primera tienda Bulgari de América Latina.
Sergio Berger quien heredó el don para el diseño y un buen ojo para piedras preciosas, ganó el Premio Internacional del Diamante 2000 de De Beers en París, con una pieza espectacular conformada de 22,000 diamantes y oro gris.
Gracias a la visión de la familia, Berger Joyeros se ha convertido en un emblema de elegancia en México y América Latina. Se ha consolidado como una de las empresas líder en materia de joyería y alta relojería brindando atención personalizada a sus clientes y un excelente servicio post venta.
Actualmente se ha incorporado ya la cuarta generación de la familia Berger y la empresa cuenta con más de 100 empleados, en las boutiques de Masaryk, Antara Polanco, Paseo Interlomas y Vía Santa Fe, donde los clientes pueden encontrar finas piezas elaboradas con diamantes y piedras preciosas; así como las mejores marcas a nivel mundial de alta relojería. En 2015 inauguraron la primera boutique Rolex en México sobre Masaryk y en 2018 Rolex en Palacio de Hierro Moliere.
Se dice fácil, pero basta con repasar las historias y anécdotas compartidas con clientes, proveedores, amigos y compañeros para abarcar en una imagen ese período de trabajo incansable y sorpresas incesantes.
El camino ha sido de mucha pasión. El amor infinito de la familia Berger por un negocio cuya base es el buen gusto en la creación, el savoir faire artesanal y la elegancia portentosa. Así ha sido a través de generaciones; tradición con modernidad es el sello de la maison.
Una marca que busca ganarse el corazón a través de los sueños y el glamour. Cada una de las piezas son fragmentos de un estilo de vida único, regalos exclusivos que brillarán por la eternidad. Celebremos.