En una mesa del bar The 42nd Street Country Club , junto al piano, dialogan John D. Rockefeller con algunos de sus millonarios amigos de Wall Street. Más allá, el tenor Enrico Carusso ensaya junto a George M. Cohan, el artista, productor de teatro y dramaturgo.
La recreación puede ser tan real como el prestigio de The Knickerbocker, o «The Knick», como llaman los newyorkers a este lujoso hotel de Manhattan que reabrió sus puertas.
Inaugurado el 23 de octubre de 1906 y diseñado con estilo Beaux-Arts, fue mudo testigo de nacimientos como el del Martini, hasta que la muerte de John Jacob Astor IV en el accidente del Titanic, en 1912, lo hizo quedar en manos de Vicente, hijo el fundador.
Sin embargo, el hotel cerró en 1921, y años después se convirtió en edificio de oficinas, luego de cambiar varias veces de dueño. La revista Newsweek fue una de sus inquilinas, entre 1940 y 1949.
El edificio, emblemático e icónico, célebre por sus destacados ladrillos rojos y detalles en terracota, fue declarado lugar y Monumento Histórico en 1988, manteniendo su fachada.
The Knick cuenta con 330 habitaciones y suites con decoración sencilla, combinando lujo y elegancia, y su restaurante es comandado por el chef Charlie Palmer.
Ofrece además la increíble terraza del St. Cloud y el Nat Sheman Cigar Lounge, entre otros destacados lugares para el ocio y la recreación, además de una ubicación privilegiada.
The Knickbocker Hotel es propiedad de FELCOR Lodging Trust, y estrenar una de las habitaciones de la nueva y remozada joya neoyorquina cuesta desde 400 dólares la habitación superior doble.
El director gerente de Knickerbocker, Jeff David, dijo que el hotel ha sido restaurado cuidando todos los detalles, como «las cabezas de león de cobre alrededor de la terraza de la azotea, que forman parte de la idiosincrasia del lugar. Queremos conservar el ADN original del hotel”, dijo.