Empezó formalmente el año, al menos en términos socialités, porque ya vienen las fiestas y los chismes (aunque esos nunca se acaban), y como cada inicio de año, este Principado se dedica al recuento de los daños, como diría la tan de moda Gloria Trevi, y a lo que nos gustaría ver mejorado en este 2015.
Por ejemplo…
No haga evento en lunes
Esto ya es un clásico del mal RP. Es verdad que los jueves los eventos saturan las agendas y que se convierte en un suplicio confirmar a los invitados, y sobre todo, si eres el invitado, el suplicio es elegir a dónde sí vas; peor aún, si intentas ir a todo (como yo lo hago). Pero si hay algo que no está padre, es hacer evento en San Lunes… No sean así, apenas comienza la semana y uno debe ponerse a trabajar (sea lo que sea tu profesión) y guardar fuerzas para el resto de los días laborales. No al lunes canapero.
Tampoco haga catas al medio día, no sea Usted mandado…
Típico que vas a una presentación y te encierran en un cuarto para que pruebes la nueva cosecha de la bebida patrocinadora del evento, o tal vez te invitaron a degustar una nueva champagne con sus seis etiquetas y ni botana te ofrecieron para compensar el alcohol, aunque sean sólo sorbos. ¡No hagan eso! Nadie quiere tomar a las 12 del día si va a volver a trabajar a las 4. Hay que tener criterio.
Si va a invitar de relleno, por lo menos avise con tiempo
No hay nada más desclasado que invitar a una fiesta con el machote del mail dirigido a: “estimados amigos”, o “estimado medio” (en mi caso), con la invitación a una mega fiesta donde no se dan detalles. Es aun más desclasado cuando te llega la misma invitación por tripleta. Un buen convocador no manda mails tipo spam; ya ni hablemos de los que invitan por Facebook como si fuera toquín en el Rioma, o de los que whatssapean como si fueran tus amigas de la universidad. Si quieres concurrencia para tu fiesta de 300 personas, mínimo, mínimo, moléstate en llamarles personalmente, o al menos, personaliza el mail. Y lo más importante: avisa con tiempo, no un día antes.
Y si convoca, llegue a su evento…
Nunca, nunca, nunca invites si no vas a estar en la puerta recibiendo a tus invitados. Si no puedes ir, entonces envía a alguien de toda tu confianza en tu representación con tu lista de invitados, no se lo “encargues” a otra persona que vaya a estar ahí. Oso mil que te invite alguien y que la portera te interrogue cual agente migratorio en el JFK porque no te conoce. Es importante que todas las listas coincidan y sepan quién es invitado de quién para evitar osos.
No se quede hasta que lo corran
No hay nada más incómodo que tener a los invitados agarrando el evento de fiesta personal. Ya cuando el mesero está levantando las sillas y hasta el valet entra a preguntar de quién es el BMW, es que te pasaste de rosca. Yo confieso haber vivido algunos (¡algunos!, dije) de estos episodios. A menos de que se trate de una súper fiesta estilo Rodrigo Peñafiel (ah, qué buenas son), no te estaciones en un lugar. Se ve uno muy canapero.
No reclame si no lo invitan
Sólo hay algo más desagradable que esto y eso es llegar sin invitación. Pero reclamar que te dejaron fuera y hacerlo públicamente, tipo Facebook o Twitter, es muy chafa, y más chafa todavía si el anfitrión no es ni siquiera tu cuate, o si la RP es de gastronomía y tú eres de salud. Como invitado, si no te dan prioridad dásela a quien te la otorgue, aunque ese mismo día sea la Fiesta Júmex y mueras por ir. Como editor, si eres experto en moda y no te llevan al desfile, sus motivos tendrán para no hacerlo, como tú tienes los tuyos para preferir ir a otro evento, o elegir información sobre otro tema. Quid pro quo. Pero nunca apliques el “¿por qué no me invitaste?”. Cero nice.
¿Va a presumir? ¡Que valga la pena!
La regla número one del canapero estrella es tuitear su invitación con lujo de detalle del evento, boda o fiesta del año. Boring… Feisbuquear tu foto en el evento da más envidia que mostrar la invitación –jejejeje–, porque no demuestra nada –te la pudiste robar de algún lado o fotografiarla en el escritorio de la secretaria de Miguel Alemán mientras esperabas tu cita, por ejemplo–. Estar es otra cosa. Obvio, hay quien opina que es igual de loser presumir que estás en el evento con hashtags o fotos con tus amigos también invitados, pero viéndolo por el lado “amable” es presencia de marca (o tal vez me defiendo sin argumentos porque yo lo hago todo el tiempo).
Agradezca los regalos en privado
Ahora, esto tiene una variante más molesta: subir tu regalazo con todo y bolsita de Cartier. Primero: qué necesidad de exhibirse; segundo, suerte para que no te asalten, y tercero, pones en aprietos al pobre que te lo regaló, porque ahora le llamarán para reclamarle (ver sexto punto). Ya si lo vas a hacer porque urges de mostrarlo al mundo, no arrobes a nadie; si lo estimas, no lo hagas. Claro que si no lo estimas, pues… ooops.
Si va a dar goody bag, ¡aguas con el contenido!
Hablando de obsequios, no es obligación de nadie dar regalitos a la salida del evento, pero si eres de los organizadores que gustas de otorgar esa atención, súper mega fíjate en lo que das. En una gala donde el venue, la comida y el vino son de lo más elegantes y finos, la goody bag debe ser congruente, o arruinarás el último detalle de la noche y te ganarás cuchicheos innecesarios, porque sí, la gente lo hace. Nada de dar bolsas más grandes que el contenido, mismo que rellenas de folletos y cortesías en la zona conurbada, además de muestras con toallitas de perfume y una pluma rotulada. Mejor no des nada…
Cuidado con quién invitas
Si eres el invitado y llevas acompañante, sé cuidadoso en elegirlo. Nunca falta el amigo borracho, la amiga pitufita o el cuate trepador que te ve cara de amiguísimo del alma de Carlos Slim sólo porque fuiste invitado a la fiesta, o convocado para cubrir sus eventos. No porque andes, te muevas, trabajes o pertenezcas a la socialité implica que tenga accesos, canales o contactos hacia los empresarios y mucho menos para beneficio de terceros. En el periodismo eso se llama abuso y tráfico de influencias; en la vida cotidiana se llama trepar y acosar. Si no lo haces tú, que no lo haga tu colado. Ah, y tampoco llegues con una tropa.
Vístase bien
Parecería una necedad apuntarlo, pero no lo es. Los dress code son fundamentales. Es horrible llegar mal vestido para la ocasión o verte en las fotos de Quien.com y darte cuenta de lo horrépido que te queda ese pantalón o lo gorrrrda que te ves de blanco (¿me proyecto? Ay nooooo). Hay convocadores que no informan el dress code, o que se inventan cosas como “coctel elegantísimo con toque urbano hippie chic”. Esas son tonterías; si te hacen eso, le llamas al convocador y le preguntas cuál es el código de vestimenta, en castellano llano y claro. A menos que sea una fiesta temática, tipo Black & White o Gran Gatsby, neta, todo se suscribe a “coctel”, “formal”, “gala”, “etiqueta” y cuando mucho, “casual chic” (me lo volé de “El libro del Estilo” de Toño González de Cosío).
Si logramos ceñirnos a estos básicos recursos del Manual Canapero, seremos invitados ejemplares y convocadores de alto nivel. Créanme, se los digo por experiencia, así que ya con el poder del abanico, háganle caso a esta marquesa.
Feliz fin del Guadalupe-Reyes
¡Nos leemos la próxima semana!
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