El Salón Internacional de Alta Relojería es mi Dinseylandia. Sí. No sólo porque las espectaculares piezas me hacen flotar cada que me las ponen en la muñeca (ah, sí, para ver ahí están Tiempo de Relojes o Revolution…), sino porque se pone buenísimo: toda la crême de la crême socialité va a ser vista a los pasillos y a las fiestas, porque esas, ¡nunca faltan!
La primera fue la de Jaeger Le-Coultre en el Palacio de Bellas Artes. Entre los murales de Siqueiros, Rivera y Tamayo, desde el homenaje a Fernando Botero yo no veía un montaje tan espectacular como ése, a todo lujo y con invitados de toda Latinoamérica.
Pero luego de un rato de formalidad, el champagne Taittinger hizo su chamba, que fue relajar a la concurrencia, entre ellos a Janek Deleskiewicz, director creativo de la marca, quien literalmente le robó el sax al chico de la orquesta para echarse un palomazo. Se aventó “Bésame Mucho” para agradecer el honor de ser agasajados en tan emblemático recinto del arte mexicano.
Cocteleando….
Al día siguiente, la casa Sotheby’s, al mando de Lulú Creel, organizó una cena con Vacheron Constantin para subastar un reloj Patrimony Contemporary, de 50 dólares mil a costo de martillo, pero que se fue sólo a 80 mil. Buuuuuuu. ¡Qué codos los invitados! Buuuuuu.
El segundo día no hubo fiesta sino cocteles, el de Cartier, al que no fui, porque el bueno era el de Piaget, al que asistieron Jorge Ríos, Rodrigo Cuevas y otros actores jóvenes como Antonio Vega y Nicolás Melé y su novia Kary Correa, conductora de Los Capitanes, de ESPN con José Ramón Fernández.
También llegaron mis cuates Alberto Shcoelman y el arquitecto Tito Herrera-Moro (sí, así se llama, qué les digo), coleccionista de cepa, fan de Romaine Jerome y contador de chistes nato que cuando sube al elevador en vez de decir “Hola” saluda así: “Había una mujer tan fea, tan fea, que cuando pasó por la calle los albañiles se pusieron a trabajar”. Disculpen, no sé por qué tengo esas amistades…
Abucheos a Cartier
Claro que la fiesta estelar fue la de clausura, ocurrida en esta ocasión en un venue tan hipster y alternativo como la Estación Indianillas de la mismísima colonia Doctores ¡Cómo no, que los relojerons conozcan el México profundo! Aunque en realidad se los llevaron en autobuses y así no se puede apreciar; en cambio yo me fui en mi coche y me perdí por los “cortes a la circulación, damita, se tiene que ir por Doctor Martínez Ríos”. What???
En fin, que estuvo muy bonito, con un buffet de pescados y frutas del mar ¡delicioso! y una banda que tocaba charleston, jazz y Tin Pan Alley; pero lo mejor no fue eso, sino la premiación. Oh, sí, señores, hubo protesta por los relojes ganadores.
El nuevo Tambour Spin de Louis Vuitton recibió abucheos como el Mejor Cronógrafo; Swatch y su primer reloj mecánico de 51 piezas (nada qué hacer junto a las 1500 del Gyrotourbillon de JLC, pero en fin…), el Sistem 51, se ganaron el de Mejor Reloj del Año, lo que provocó risas no grabadas durante la entrega (repito: no grabadas), aunque varios se lo esperaban por la innovación de la marca.
Pero ninguno de los anteriores se comparó con la rechifla que se llevó Cartier cuando se nombró al Rotonde de Cartier Mysterious Double Tourbillon como el premio al Valor Relojero (no me pregunten la diferencia entre el valor relojero y el mejor reloj, a mí también me asalta esa duda).
Fue tremenda rechifla, como cuando marcan penalti que no era en una final América-Pumas en la liguilla, y cual Piojo Herrera Monsieur F.P. Journe se aventó el chiflido más sonoro de la noche. Dicho caballero es una estrella de la relojería con su marca homónima –es una botana, dice de sí mismo “soy el Michael Schumacher de los relojes de lujo”–, ganadora de siete manecillas de oro Grand Prix de Relojería; así yo creo que bien puede aventarse unos “árbitro vendido” sin recato, ¿no?
Total, estaba todo puesto: el penalti (Cartier siempre gana, ¡siempreee!), el mood (insisto, el champagne siempre ayuda, ¡siempreee!) y hasta el lugar, un chiflido así se permite en la Doctores. Jejejeje.
El mundo bizarro de Rebe de Alba
Un ambiente similar pero sin glamour y diversión lo puso Rebe de Alba, no porque ella no sea estilosa, sino porque llevó a sus rémoras cual tiburón blanco: la prensa chismosa de espectáculos. Rebecca hizo su aparición en la suite de Corum, marca de la que es embajadora, y en medio del champagne Moët & Chandon y el cafecito Nespresso, estaba la marabunta de cámaras, grabadoras y micrófonos con cubos de Ventaneando, Univisión et aluis, atropellando al CEO Cedric Doffey con tal de apañar a mi Rebe y preguntarle, ¡por enésima ocasión!, sobre Ricky Martin.
Fue como estar en el Four Seasons del mundo bizarro de Superman, lo bueno fue que para el coctelito de la tarde fue solita, entonces volvimos a la normalidad, y qué bueno, porque ni Anita de la Reguera causó tan revuelo cuando fue el año pasado a Baume & Mercier y mucho menos Jacky Bracamontes con Hublot. Nadie vende como mi Rebe.
Rebecca de Alba causó sensación en el #siar13 (y lo llenó de prensa de espectáculos :S) en la suite de Corum pic.twitter.com/R8S3Lz3Sdy
— El Principado (@elprincipado) October 3, 2013
Ni las marchas lo pararon
Ahora, en cuanto a la materia del evento, o sea, las piezas y el glamour del Four Seasons, no es porque sea mi cuate, pero se nota la mano del Raúl González Fillad como nuevo director adjunto del SIAR, porque que lo hizo sólo para clientes, conocedores y periodistas, no para valuadores ni casas de empeño, además de que se elevó el costo del boleto para el público, de tal suerte que pudieran acceder potenciales coleccionistas y verdaderos apasionados de la alta relojería.
Eso sí, tal exclusividad hizo que se viera menos concurrido que en otros años, sobre todo el 2 de octubre que no se olvida, pero que en el SIAR sí se les olvidó porque ese es conocido día de marchas sociales (más las ya habituales de los maestros, más las que se sumen en el convoy, porque ya somos la ciudad de la marcha perpetua, ¡como el calendario perpetuo!). Pero el mero mero, Carlos Alonso, dijo que fue más calidad que cantidad y que aun con las marchas fue la gente esperada.
Los protagonistas
Este año vimos entre los protagonistas a Madame Jasmine Audemars, la mano que mece la cuna en Audemars Piguet (chairwoman of the board, ahí nomás ese es su puesto), a Jerôme Lambert, flamante CEO de Montblanc (de toda la firma, hasta de las mancuernillas y los llaveros, amiguitos), que lo adoro porque me ofrece probarme todas las piezas de exhibición como si fuera mi cumpleaños y hasta las ajusta a mi muñeca. Jerôme, I love you.
Saludé a los queridos y siempre caballeros Sergio y Ari Berger, muy atentos a sus clientes (Ari llevaba a su pequeño Alex, cada vez más guapo e involucrado con el deal relojero), a Luis Peyrelongue, Elías Sacal, Santiago González, dueño de la revista Status, Lina Holtzman y las nenas Adma Kawage y Alexia Ulibarri, invitadas por Ale Alberico a la suite AP, la marca más visitada, como el castillo de Cenicienta en Disney.
Yo sé lo que les digo: Disneyland (si Gerald Genta hizo un reloj de Mickey Mouse, ¡es por algo!) El SIAR es pura belleza y estilo: piezas de ensueño, mujeres hermosas y hombres guapos que visten elegantes y con buen gusto, o sea, todo lo que nunca van a encontrar en el Mercedes Fashion. Ooooops. Pero es verdad. Long live the SIAR.
¡Nos leemos la próxima semana!
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