El lunes salió la nota en Twitter: el gran diseñador dominicano Óscar de la Renta había muerto. Me encontraba en el Castillo de Chapultepec en el evento de Vacheron Constantin, en el que donaron una pieza histórica a la colección del museo. En seguida, comenzamos a buscar en las páginas de los diarios internacionales, en el Twitter de Lissete Trepaud, en el de Sara Galindo… todo mundo daba el pésame pero nadie lo confirmaba. Finalmente, lo confirmó el corporativo de la marca.
Fue la primera tragedia de la semana en el mundo del lujo. El cáncer nos había arrebatado a un gran creativo y un caballero que puso a Latinoamérica en las grandes pasarelas. Todos los fashionistas subieron sus fotos con él en Moda Nextel, o mejor aún, en los años 90 cuando todavía entrevistar a una celebridad era misión imposible.
La tragedia estética
La otra no es tragedia, pero en términos de interés mediático, se consideró así: Reneé Zellweger y su cambio de cara. Es tan dramático que dio para tela en el mundo y nos dejó tres reflexiones diferentes que han colmado los diarios del mundo.
La primera, es que uno hace lo que le da la gana con su cuerpo y su cara y a los demás qué les importa si a ti te hace sentir mejor; la segunda, nos muestra que en el mundo competido de Hollywood las cirugías son cosa de todos los días a grados extravagantes, y la tercera, que hay mujeres que se odian tanto que se convierten en otra persona, que además, parece producida en serie.
El problema no es la cirugía plástica, creo que hacerte o no arreglos es una decisión personal e íntima, que la cirugía estética da oportunidades a quienes han sufrido mucho por su físico y que deciden que a través de ellas pueden afirmar su seguridad. Respeto tanto a las mujeres que lo hacen como a quienes deciden no operarse ni esconder sus imperfecciones.
De vanidades a vanidades
Les voy a contar sobre mi amiga Mariana, que tuvo tales problemas de sobrepeso, que su cuerpo se fue minando hasta dejarla en una situación que la deprimía.
Luego de mucho batallar con dietas, masajes y cavitaciones, tomó la valiente decisión de operarse, y si bien su cuerpo es otro, su cara no. Apenas, una ligera arregladita en la nariz que la dejó divina. A la hermosa mujer que yo veo ahora es la misma niña con la que crecí en la escuela, y es la misma expresión, la misma mirada y la misma sonrisa de la joven que sufrió con el sobrepeso. Es ella y siempre ha sido ella.
Comparando a mi amiga y a Reneé, me temo que he notado la diferencia: mi amiga se ayudó porque lo necesitaba. Renee Zellweger no. Su cara no necesitaba cambios; otra cosa es que ella quisiera hacerlos y hacerlos drásticos.
No sabemos por qué lo hizo, qué objetivo tenía o qué siente, no podemos juzgarla ni adivinarle el pensamiento, pero perdió su candidez, su belleza distinta; ahora parece la hija perdida de la millonaria Jocelyn Wildenstein (si no la conocen no digan que no les advertí que verla puede dañar sus retinas para siempre: http://www.antesydespues.com.ar/en/jocelyn-wildenstein/ )
La cara de Renee Zellweger con sus rebosantes cachetitos, su nariz de bolita y sus ojitos pizpiretos, ahora parecen, con los párpados estirados para agrandarse los ojos, sus notables pómulos, nueva nariz y labios de Angelina Jolie, una mala copia de sus rivales contemporáneas, la respingada Nicole Kidman y la delicada Gwyneth Paltrow, pero como en diez años y si siguen fumando.
Si algo tenía Renee, es que se impuso en el competido mundo de la belleza hollywoodense sin pertenecer al estándar.
Ahora, tampoco quedó mal. El trabajo fue bastante bueno excepto por la frente exageradamente planchada y los labios exageradamente colagenados; pero seamos honestos, pudo haber quedado como Lynn May… con todo respeto para Lynn May.
A lo Lupita Jones
Yo sólo digo que si se van a arreglar, que sea por verdadera necesidad y no porque se quieren parecer a Belinda (otra mujer que se cambió la cara). Por ejemplo, pensemos en Lupita Jones. Está más que ayudada y no teme decirlo, incluso apoya públicamente las cirugías estéticas; ¡pero sigue siendo ella!
No tengo una sóla crítica de cómo luce, aun si ha pasado por montones de cirugías. Como dije, cada quién su gusto, sólo creo que hay que quererse lo suficiente como para que no acabes siendo objeto de columnas y gente ociosa como yo, que by the way, también me hice una arregladita en la nariz a los 25 años y ni quien se diera cuenta.
De hecho, no me vendría mal una lipo con carboxi y una visitada diaria a la famosa masajista del Pedregal; ahora que lo pienso, esas fotos sociales en Quien.com no me favorecen…es posible que sea el fotógrafo (no es verdad, Marco Vallejo). Hagan lo que quieran, chicas, siempre y cuando se quieran. Yo digo…
Nos leemos la próxima semana.
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