Llegó el verano y honestamente tenía muy pocas expectativas de salir de vacaciones, no plan, no tiempo, no nada, solo sabía que dos amigos vendrían a visitarme, uno estaría de paso por D.F. y el otro con ganas de conocer lugares distintos, que irónicamente conocía más lugares de México que yo, de pena… sí ¡ya sé!. En mi intento por demostrar que sí podía mostrar lugares pocos conocidos, y yo muy en “El todas puedo”, pedí a mis amigos León Capón y Martha Carrillo una recomendación y me dijeron Campeche, que honestamente no me imagine que podría tener alguna referencia de turismo de ese estado, lo único que sabía de ese lugar es que ahí grabó una telenovela “Luz y Sombra”, de mi adorada Thalía (por hay de los 80´s) fuera de eso no tenía mayor referencia.
Sin expectativas, ni estrés, ni plan de último minuto, acordé con mi amigo esperarlo directamente en el aeropuerto y de ahí volar juntos a Campeche. La aventura comenzó cuando evidentemente por la temporada alta, mi amigo llegó tarde de su vuelo y no nos quisieron trepar al avión, ya resignados al intentar cambiar el vuelo para el siguiente día, una luz celestial nos iluminó y conseguimos abordar (nótese que tengo como profesión y deporte perder aviones) así pues, llegamos a Campeche.
Me quedé sin palabras al llegar al hotel Hacienda Uayamon, no era Myconos, no era Ibiza, no era St Tropez o Cannes, era CAMPECHE! Las habitaciones espectaculares conservan su estructura como antigua hacienda productora de caña de azúcar y de henequén. El hotel tiene una alberca que ha sido fotografiada por las revistas de diseño mas renombradas en el mundo. Como se me da por preguntón, descubrí que en este lugar le propusieron nupcias a Geraldine Chaplin, hija de Charles Chaplin y que además se efectuó una de las bodas más caras en la historia del estado en un valor aproximado de 2 millones de dólares, de un matrimonio coreano, ¡Sí de Corea! que volaron desde allá para una boda que según cuentan los taxistas y lugareños fue una boda de reyes.
Tuvimos el honor que nos montaran el desayuno en el patio principal bajo la sombra de un árbol majestuoso y los arcos antiguos de la parte vieja del casco de la hacienda, como el hotel cuenta con apenas 12 habitaciones, no hay mas gente que el personal que te atiende, así que tienes privacidad total, por eso mismo asisten muchas celebridades internacionales de la talla de Anahí (broma) de Hollywood, aristocracia europea y árabe. Traté de sacarles los nombres de quién mas ha visitado pero no lo logré, por políticas de privacidad del hotel. Después de vivir esa experiencia teníamos claro qué buscábamos en este viaje: dejarnos sorprender.
La comida no fue la excepción, preguntamos por el restaurante más famoso de Campeche y al llegar nos desilusionó un poco, ya que la carta no incluía platillos o comida tradicional del lugar, había música con violines y meseros que parecían educados en algún lugar pudiente de Paris, así que salimos corriendo y llegamos a una palapa enoooorme a la orilla del Golfo de México, y les cuento que hemos disfrutado de la mejor comida de Campeche. Cangrejo, ceviches, salsa habanera, y agua de coco con un ron local de WOW!
Nuestro viaje siguió por coche, cruzamos manejando de Campeche hasta Chetumal. No me gusta manejar y odio poner las manos al volante, me estresa, pero me sorprendió la calidad de la autopista y carreteras. Vimos jabalíes cruzando y mapaches durante el camino, cosas que igual a los lugareños o gente muy internacional, carísima y viajada no le sorprendería, pero a mi me tenían como chamaco en feria de Chapultepec. Ya muertos de cansancio decidimos parar en la zona de la Laguna de Bacalar, Quinta Roo y ¡¡¡¡¡O – Mai – Gad!!!!!! (tonito con acento gringo Kardashian con mix Martha Debayle) ese lugar debe ser digno representación del cielo en la tierra, es simplemente inexplicable ver esos tonos de azul turquesa tan encendidos de agua dulce y en el atardecer es casi orgásmico.
Encontramos un hotel ecológico, que a mi sinceramente me tenía con el «jesús en la boca», ya que yo soy muy de esos… de las comodidades básicas del mundo moderno, como una digna taza de baño, agua caliente y fría, luz eléctrica, internet, etc, etc. Pues llegué y no había nada de eso -trauma mil- pero recordé el objetivo de este viaje que era dejarme sorprender, y este hotel lo logró! Su nombre es Kuuch Kaanil Villas con la leyenda “Hotel Romántico” . Al llegar a la habitación era cual cabaña de la película “Laguna Azul”, paredes de bambú, regadera al aire libre, una cama king size con lo que pareciere un velo de novia para protección contra los mosquitos, se veía todo desde todos lados: la selva, los azules turquesa de la laguna, y por si fuera poco con la experiencia de bañarte al aire libre como dios te trajo al mundo, simplemente me maravilló mil ocho mil.
El viaje continuó a Chetumal, ciudad que me decepcionó, estando en una zona geográfica tan rica y deliciosa, la ciudad no tiene chiste alguno, ni comida de changarro ni nada, así que me llegó una idea que tenía metida desde que supe que la canción de “La Isla Bonita” interpretada por mi diosa Madonna, fue inspirada en la Isla de San Pedro en Belice a unas horas de Chetumal cruzando la frontera con México y nos fuimos para allá. Cabe mencionar que el primer shock que me llevé en la frontera fue que los de aduana viendo mi color de piel morena canto de pasión y arena me hablaron en inglés, y yo así de “No sea payaso hábleme en español”, a lo que respondió el aduanero muy seguro: “I´m sorry, I dont speak spanish” y yo ¡¡¡¡¡O – Mai – Gad!!!!!! (tonito con acento gringo Kardashian con mix Martha Debayle)…
Continuará…
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* Jorge Ríos es nuestro nuevo columnista de viajes y estará compartiendo sus aventuras indómitas por todo el mundo.