El 15 de julio quedará en la historia del Metro de Moscú como el día en que un terrible accidente dejó un alto número de muertos, al descarrilar un tren en la línea Arbatsko-Pokrovskaya.
Pero el Metro de la capital rusa es, para muchos, el más atractivo del mundo, guardando tesoros de incalculable valor artístico en su interior.
Conocido como el palacio subterráneo, fue inaugurado en 1935, y es el primero del mundo por densidad de pasajeros. Tiene 185 estaciones y una longitud de tendido subterráneo de 305,5 kilómetros, el tercero en el mundo después de Londres y Nueva York, con 12 líneas.
El Metro de Moscu es una joya arquitectónica, donde cada estación ofrece una rica decoración realizada en granito, mármol, bronce y hasta porcelana, herencia de la época soviética.
Pocos sitios en el mundo pueden despertar la magia como los túneles del metro de Moscú, con su fastuosa colección de murales, llenos de simbolismos.
Según los usuarios de todo el mundo, algunas de las estaciones más bonitas y que son parada obligada serían:
Novoslabódskaya: Construida por los arquitectos Dushkin y Strelkov en los años 1949-1954, en la que se utilizaron 32 vidrieras polícromas. Fueron hechas por los bocetos del pintor Korin en Riga. y luego transportadas a Moscú.
Komsomólskaya: Data de 1954, y es una obra del arquitecto Shusev y el pintor Korin, dos representantes de la cultura soviética. Las bóvedas de la estación descansan sobre 72 columnas, y la decoración refleja la lucha del pueblo ruso por la independencia y la libertad. Nueve arañas gigantescas engalanan el techo de la estación, además de 8 grandes paneles mosaicos.
Kíyevskaya: El nombre de la estación viene de la estación de ferrocarril de Kiev junto a la cual está situada. Fue construida por los arquitectos Katonin y Golubev en 1954 para los 300 años de la reunificación de Rusia con Ucrania. Las columnas lucen 18 paneles mosaicos que representan las escenas de las vida del pueblo ucraniano y de su amistad con el pueblo ruso.