Como artista plástica, uno de los grandes valores de las nuevasgeneraciones mexicanas, Eva Vale se ha hecho fuerte mediante una gráfica que acuñó la imagen de una fuerte poderosa.
Sensible como es, sin embargo, le ha dado ahora un giro sustancial a su mirada para observar de cerca la identidad masculina, en un homenaje a los que llama “guerreros guapos de una batalla silenciosa”.
Los hombres como tema y subtema en una muestra que la artista ha titulado “Eye Candy” y que se inaugurará el próximo 6 de noviembre, mostrando 10 piezas construidas con metal soldado de mediano y gran formato, eje de este nuevo cuestionamiento.
“El nombre Eye Candy juega con la idea de lo visualmente atractivo, un término complejo para el hombre asumiendo que su belleza se encapsula más en la virilidad, lo interesante y la vulnerabilidad que proyectan y menos en sus rasgos físicos. En su mayoría los hombres han sido vistos como objetos durante años, explica la oficina de prensa de la artista.
“Una suerte de rompecabezas metálico soldado y reforzado con tuercas y tornillos, que a su vez mantienen espacios y vacíos que puntualizan profundidades visuales, son el soporte de esta serie conformada por 10 hombres de éxito. La definición de éxito se define a aquellos seres que la artista ve y piensa como hombres en equilibrio”, agrega la información.
El tema da para una entrevista a fondo con la artista dueña de un lenguaje de vanguardia, sin por ello perder un ápice de su frescura inocente, de su honestidad creativa para tratar cuestiones que atañen a gran parte de la sociedad contemporánea.
Nacida en el seno de una familia artística, es prima de la actriz Angélica Vale y del periodista Nicolás Alvarado, Eva dejó sus estudios de Economía para dedicarse de lleno a la pasión artística y desde esa trinchera cinceló un lenguaje tan propio como atractivo.
Dicen que a los hombres en general les falta un tornillo, pero en tu obra sobran los tornillos, ¿verdad?
(risas) Fíjate que siempre he estado interesada en el movimiento feminista, pero en estos tiempos siento que el spotlight se ha ido hacia la mujer y los hombres se han visto obligados a desempeñar un papel camaleónico que no tiene muy bien definidos todavía ni los límites ni las estructuras. No necesariamente tienen que ser proveedores, pero sí desarrollar un rol estando en contacto con sus emociones, funcionar como equipo con su pareja y estar siempre alerta con lo que pasa a su alrededor. De alguna manera cada vez son más exigidos y aún no existe el modelo masculino ideal a seguir.
Por otro lado, se nos ha negado a las mujeres el derecho a ser canallas, siempre tenemos que ser las buenas del cuento…
Sí, desde el speech formal se ha pedido que la mujer siempre lleve el velo de santa. Soy fan número uno del movimiento feminista, porque era necesario darle voz al género, pero de alguna manera siento que al hombre se le está pidiendo más en medio de una batalla por la identidad que por suerte están resolviendo muy bien.
Por otro lado, el feminismo a ultranza esconde lo mucho que a muchas mujeres nos gustan los hombres. En tanto no comiencen a interesarme los chimpancés o las lavadoras voy a tener que aprender a negociar con los que me interesa…
Absolutamente. El discurso olvida lo importantes que son los hombres en nuestras vidas.
¿Cómo nació la serie Eye Candy?
El año pasado hice una serie dedicada a la violencia de género y tuve la oportunidad de entrevistar a un hombre golpeador en rehabilitación. No tenía por supuesto la intención de justificar sus actos, pero al escuchar el otro lado algunas de las cosas me sonaban muy lógicas. Eso fue un shock para mí. De ninguna manera puedo ni quiero defender a un golpeador, pero me es posible entender su continuo mental. De ahí surgió la pregunta de qué significa ser hombre, cómo se siente ser ellos y empecé a armar este grupo de 10 casos de éxito masculino, no en el sentido económico sino en el de vivir en el presente, en equilibrio.
¿Por dónde comenzaste a armar las piezas?
Por lo que yo llamo la juguetería de los hombres, el Home Depot, en busca de materiales. Lo primero que encontré fue las tapas de luz en las banquetas, un elemento que me pareció muy poético utilizar junto con las tuercas y tornillos. Luego me fui a la cuenta de Twitter de muchos hombres para detectar su fragilidad. Con otros hablé directamente y de esas entrevistas surgieron los posibles 140 caracteres que tendrían que decir al mundo de acuerdo a sus distintas personalidades.
Juegas también un poco con el mito masculino del “constructor”, ¿no?
Sí, lo que me llamó la atención en el proceso es que los juguetes establecen un sistema de poder. Soy la verdad una niña todoterreno y mis manitas siempre están sucias por el trabajo. Manejo lijadoras y esas cosas, pero nunca había soldado, por ejemplo. Soldar es como tener la magia de Terminator.
¿Qué descubriste manipulando las herramientas de los hombres?
Muchas cosas, la verdad. Una de ellas es que los tuits reflejan de alguna manera la vulnerabilidad de los hombres y que el discurso es la mayoría de las veces de un optimismo refrescante, no hay un sistema de victimización, están ahí para ganar. Creo que en ese sentido, las mujeres tenemos mucho que aprender de los hombres.
Cuéntame de los materiales que usaste
Me divertí mucho con los materiales. Pinto como si pintara un auto, luego pongo sellador, luego lijo, después pongo tinta china.
¿Qué tuvo que ver tu familia de artistas para que te dedicaras a las artes plásticas?
Extrañamente, nada. Durante mucho tiempo me la pasé buscando un lugar que mi familia no hubiera acaparado antes, para no ser vista como la prima de Angélica Vale.
¿Cómo te sientes en el contexto de las artes plásticas mexicanas?
Estoy muy feliz por cómo se está desarrollando el movimiento y de que se me haya dado un espacio. Me parece que el mundo de las artes plásticas ha crecido muchísimo. A pesar de la crisis siempre hay apoyo para el que quiera trabajar.
¿Quién es tu máximo crítico?
Mi esposa Lucila, sin dudas. Es durísima conmigo. Su socia, Grettel Suárez, también. Son fuertes.
Los imprescindibles de Eva Vale
-Ama las librerías de niños, que son su espacio de perdición
-No viviría en otro lugar que no fuera el DF y si volviera a nacer le gustaría ser, otra vez, mexicana
-Ama el cine estadounidense y ve poco cine de arte