El martes 1 de junio las autoridades del departamento de Prabation de la Policía de Los Angeles fueron a la casa de Lindsay Lohan en Venice, porque parecía que se había “perdido la señal”. Quienes sospecharon que podría haber violado su arresto domiciliario sólo se encontraron con la actriz leyendo guiones en su terraza.
El inconveniente resultó ser un mal funcionamiento de la tobillera electrónica que monitorea su arresto domiciliaro, la que ya fue reemplazada.
Lohan se encuentra cumpliendo 35 días de arresto domiciliario, en lugar de en la cárcel, por haberse llevado sin pagar de una joyería un collar de oro valuado en 2,500 dólares.
Los términos del arresto parecen bastante beneficiosos como para tentarse a romperlos, aunque con Lohan nunca se sabe.
Confinada a su casa, la actriz de “Mean Girls” no puede salir a menos que reciba autorización para temas como su supervisión policíaca o razones médicas, pero puede recibir visitas, conectarse a internet y disfrutar de las instalaciones en su casa.
Paralelamente se rumorea fuertemente que los 35 días podrían reducirse a 14 por buena conducta. Mientras tanto ella toma sol en su terraza con vista al océano, estudia guiones para cuando termine este descanso forzado y recibe gente en su casa. ¿Cárcel o paraíso?