La experiencia de volar en primera clase es realmente inolvidable. Habrá quienes prueben alguna de nuestras líneas nacionales sin ningún apuro, pero señores, eso no es nada a comparación de otras aerolíneas internaciones que realmente buscan espacios que rebasan el lujo, la comodidad, y excentricidad de sus clientes.
Recientemente el periódico español El Economista plateó que el lujo en los aviones se ha convertido una obsesión para las grandes aerolíneas.
Como ejemplo el posible casino que Virgin podría incluir en uno de sus aviones, o las tres clases con las que ya cuenta en su Airbus (primera, segunda y turista).
Incluso ya existen cuatro aerolíneas (Silverjet, L’Avión, MAXjet y EOS ) que no tienen clase turista en sus aviones y que sólo ofrecen servicio a pasajeros de alto standing en los vuelos de Europa a Nueva York.
La primera clase en el A380 de Singapore Airlines por ejemplo, dispone de espacios para que el pasajero deposite sus objetos personales, incluido un pequeño armario para colgar chaquetas y abrigos. También puede cerrarse mediante dos puertas deslizantes, y dispone de dos aberturas hacia el pasillo que en vuelo pueden cerrarse con unas cortinas, pero que en despegues y aterrizajes deben permanecer abiertas.
Las suites han sido diseñadas por el diseñador de yates de lujo francés Jean-Jaques Coste y los asientos han sido confeccionados por Poltrona Frau, una de las marcas de mayor renombre en este campo en el mundo. Vajillas y sábanas han sido igualmente diseñadas por Givenchy.
Lo que es cierto es que las ganancias de todos los vuelos en clase turista representan el costo del vuelo, mientras que los asientos de primera clase generan millones de dólares en ganancias. Algo que sin duda tiene preocupados a las aerolíneas que cuentan con clase turista.