La creación empieza con un encuentro
diptyque es un colectivo: diversos elementos unidos en una misma entidad. En un principio, fueron los fundadores, Desmond Knox-Leet, Yves Coueslant y Christiane Gautrot, quienes lo inventaban todo. Con el aporte de los expertos y el apoyo de los benefactores. Así, desde sus mismos orígenes, diptyque se constituye con una vocación plural que marca su carácter único.
La nouvelle vague
Todo empezó hace más de sesenta años, en el llamado barrio Latino, en pleno corazón de la vida artística, nocturna e intelectual de París. Ya ha pasado la época de la posguerra, y aún no ha llegado mayo del 68: el tono lo marca una efervescencia pacífica. Todos discuten con todos en torno a la política, la libertad, pero también la cultura, la innovación… y se establecen intercambios de capital importancia.
Los filósofos son las super estrellas del momento (Sartre, Aron, Althusser); el cine se reinventa con Godard, Rohmer, Rivette; el jazz lo invade todo y la moda prêt à porter domina la calle. En esos años se forma el trinomio. Un amor a primera vista y a tres bandas. La amistad se articula espontáneamente en torno a una regla de tres cuando se trata de crear juntos, a seis manos; de compartir entusiasmos, fantasías y deseos. Una singular comezón afecta sus dedos y su corazón. («El deseo de hacer algo verdadero», dirá más adelante Christiane).Un esbozo surge a partir de una idea, un recuerdo despierta una intuición, un detalle se enriquece con el siguiente o modula el anterior, sus talentos se multiplican unos a otros. Fraternidad, espontaneidad, modernidad. Work in progress.
Esta es también la época gloriosa de los cafés: el bulevar Saint-Germain y las calles adyacentes están salpicados con espacios de encuentro que Boris Vian bautiza como «archipiélagos». Algunos solo abren cuando los otros cierran: la Rose rouge, el Caveau de la Huchette, el Tabou, el Montana (¡sí, ya entonces existía!), el Méphisto, donde uno podía encontrarse con Albert Camus y Roger Vadim, mezcla de club nocturno y salón, quizá creado a partir del modelo de un precursor situado en la esquina de un bazar con dos escaparates y la calle de Pontoise: El Orphéon.
La vida nocturna
Menos conocido que sus competidores, se trata de un club que vive, a media voz, desde las ocho de la noche hasta las ocho de la mañana. Sobre todo, y gracias a su doble nivel, ofrece dos ambientes distintos: en la bella bodega abovedada, en medio de una atmósfera festiva y llena de humo, se hace música, se ofrecen danza y espectáculos (aquí fue donde consiguió su primer contrato Christophe, un cantante venerado por el mundo musical francés); en la planta baja se impone la barra de coctelería y las banquetas tapizadas de terciopelo rojo.
Las lámparas aportan una luz tamizada, ideal para las citas y las conversaciones, a la clientela habitual o a los visitantes venidos de lejos. Allí es frecuente encontrarse con estudiantes norteamericanos que hacen su big tour europeo, con pintores, con actores en ciernes o escritores de mérito más o menos reconocido, con muchachas entusiastas de la moda y la literatura, jóvenes con inclinaciones artísticas y visitantes ocasionales. Cuando no están entregados a su pasión por viajar y explorar el mundo, Christiane, Desmond e Yves pasan por allí varias veces a la semana. Tienen una buena excusa: ¡son los vecinos de al lado!
El Orphéon es su salón, su refugio nocturno, la oficina fuera de su reducido reino adyacente. Aquí citan a sus cómplices, se cuentan sus hallazgos, dan a conocer sus obras o hacen sus bocetos: aquí, en suma, es donde se gestan las ideas. Como todo, este exquisito entorno tendrá fecha de caducidad. Sus archivos desaparecen, y con ellos el recuerdo. Solo sabemos que para diptyque y su trío fundador, el cierre del local significó al mismo tiempo una sacudida y un paso hacia adelante, ya que, al adquirirlo, la tienda ganó un tercio de superficie adicional, y el doble escaparate epónimo se convirtió en un tríptico, desdoblándose el nombre original. Un accidente, siempre bienvenido como detonador de la creación.
El órphéón imaginado
Este mítico entorno ha sido el elegido por la Casa para celebrar su sesenta aniversario. Por eso ha reconstruido el ambiente en torno a un imperativo absoluto: dado que nadie recuerda cómo eran los espacios, se imponía reinventarlos. Orphéon es un sueño olfativo. Olivier Pescheux, fiel amigo de diptyque, ha compuesto su fórmula como si de un cuadro se tratase. El espacio propiamente dicho, dominado por la madera: mesas bajas, sillones, estanterías de la barra, donde seguramente se alineaban las botellas y los cubos para el hielo; el parqué de la pista de baile en el sótano (cedro, vetiver, pachulí).
Las bebidas, con la nota punzante de las bayas de enebro que evocan las espirituosas inglesas servidas en trago largo, con una rodajita de limón italiano y una lágrima de mandarina verde (¿quizá a la manera de un gin fizz?), algunos cubitos de hielo…El tabaco, que algunas noches sin duda creaba una especie de neblina que no molestaba a nadie (eran otros tiempos), se recrea con los acentos acres del lentisco y del gálbano, pero también a través de los acentos mucho más suaves del panal de abejas y de la jara, como los buenos cigarros o el tabaco de pipa Amsterdamer.
El perfume de las mujeres, floral o empolvado, pero siempre de carácter rico y complejo… ylang-ylang de las Comores, magnolia de China, rosa damascena turca. Con el añadido indispensable del impacto imprevisto: un espléndido y vibrante absoluto de jazmín de Arabia, rompedor como un rojo de labios que estalla en la penumbra…Y el aroma de los hombres, un poco dandys y a menudo amantes del flirteo, que huelen a almizcle o ámbar, pero también a cigarrillos.Finalmente, la iluminación que destaca el decorado: un rojo tamizado, cálido, a partir de un acorde de haba tonka venezolana y de benjuí avainillado de Laos. Y una sobredosis de ambroxán: una adicción sin peligro, pero con un toque de vértigo…En cuatro palabras: fresco, floral, sensual, amaderado. Y desde luego, sin género definido.
Gianpaolo Pagni, artista plástico italiano y parisino adoptivo, también ha querido ilustrar las etiquetas de su envase, como si contara una historia: en el anverso, ocupa el centro del óvalo una interpretación de los diseños de aquellos tejidos que plasmaron la vocación original de nuestros artistas fundadores. Formas desplazadas como por una ilusión óptica y tocadas por los rayos luminosos que refleja el único vestigio restante del Orphéon: un pilar de facetas estroboscópicas que ostenta un sitio destacado en la tienda del nº 34: el espíritu redivivo de la fiesta. En el reverso, la relectura de un motivo histórico: tres perfiles diferentes pero yuxtapuestos en tres variaciones de gris: nos gusta pensar que representan a Desmond, Christiane e Yves, y a su prolífica asociación hoy repartida por todo el mundo.Así, como es tradicional en diptyque, Orphéon es una partitura en tres tiempos (la Casa, el perfumista, el ilustrador). ¡Una alianza mágica que ya cumple sesenta años!
Disponible en Abril 2021 Precio $3,850