Chapala es considerada una de las joyas del estado de Jalisco, ubicada a tan sólo unos minutos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, este “rinconcito de amor” se ha convertido en la protagonista de numerosos encuentros entre amigos, familias y parejas, pero ningún encuentro tan sonado como el que tuvo la estrella del cine de oro mexicano, María Félix.
Antes de darle ese toque romántico a Chapala, la actriz originaria de los Álamos, Sonora, arribó a la ciudad de Guadalajara en los años 20 mucho antes de convertirse en el ícono del cine nacional, vivió ahí alrededor de una década dejando su característica personalidad por el Barrio del Santuario, en López Cotilla 570 y por último en el Andador Coronilla, sitio donde vivió por mucho más tiempo. En voces de algunos vecinos del andador, se dice que la futura “Doña” recibía constantes serenatas de sus pretendientes, y es que su belleza era indiscutible, ya que años después fue convencida para enlistarse como Reina de los Estudiantes, un certamen que organizaba la Universidad de Guadalajara y al que la Diva se hizo ganadora.
A su corta edad de 17 años, María Félix contrajo matrimonio con el reconocido socialité tapatío Enrique Álvarez, fue en esta etapa cuando se enamoró de Chapala, pues después de celebrar su unión matrimonial, la pareja decidió que su luna de miel la harían en el lujoso Hotel Nido, que con el paso del tiempo se convertiría en el Palacio Municipal de Chapala. Algunas leyendas que aún viven en Chapala, cuentan que cuando la pareja estaba de luna de miel por el pueblo, pidieron a los pobladores no contarle a nadie fuera de Chapala que ellos se encontraban ahí, esto porque querían alejarse de los periodistas de sociales que los estaban buscando por varias partes de Jalisco, aún sin ser ella la estrella del cine en que se convertiría años después, de ahí que hoy en día se le llame coloquialmente a Chapala como “rinconcito de amor”.
Es así como este hermoso lugar a escasos minutos de Guadalajara, sedujo a una de las máximas figuras femeninas en las artes e ícono del feminismo, para convertirse con el paso del tiempo en un sitio referente del romanticismo, el descanso, la gastronomía y la relajación. La privacidad y el contacto con la naturaleza serán sin duda uno de sus mayores atractivos para los visitantes en la próxima nueva normalidad.