Por fin el techo corredizo de Wimbledon pudo ser estrenado, y vaya que era necesario, después de que costo entre 130 y 164 millones de dólares.
Todo esto se lo deden a la lluvia que se manfestó sobre el pasto de Grand Slam durante el partido entre la rusa Dinara Safina y la francesa Amelie Mauresmo, por los octavos de final.
Había sido inaugurado, aunque no en forma oficial, en mayo de este año. Está compuesto por una tela transparente pegada a una estructura metálica y se despliega a 16 metros por encima de la superficie de césped, de 5.200 metros cuadrados.
Aproximadamente 90 personas trabajan para que todo funcione con perfección.
Hasta hoy, el techo solamente se había movido para cubrir del sol a los asistentes del palco real y en dos ocasiones ante el riesgo de lluvia. Pero antes y después de la jornada, no durante los partidos.