El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en un gesto que parece hacer referencia a la crisis económica que afecta a su país, decidió ir a comer a un local de una famosa cadena de hamburguesas de ese país.
Su popularidad se había puesto en riesgo luego que fuera a cenar con su esposa Michelle a un exclusivo restaurante, uno de los más caros de Washington, La Citronelle, de Michel Richard.
La gente no vio con buenos ojos esta salida del matrimonio presidencial, justo cuando el desempleo en los Estados Unidos puede llegar a la dramática cifra del 10 por ciento y se suman más familias que deben recurrir a comedores sociales. Fue por eso que Obama fue a comer a este sitio junto a su colaborador más cercano. ¿Un golpe de efecto mediático?