La sola mención de la palabra «playboy» nos remite a mujeres desnudas en la portada de una reconocida revista, aunque también son famosas algunas de sus entrevistas o reportajes.
Sin embargo, la historia de la mítica publicación para hombres comenzó mucho después de la marca. Es decir, Playboy fue anterior a la revista.
¿De qué hablamos? Pues de los inicios de la marca que comenzó como Playboy Motor Car Corporation, que pensó en diseñar vehículos de buena calidad a bajo precio.
La Segunda Guerra Mundial había terminado, y la producción de autos civiles se reactivaba luego de la paralización de cuatro años atrás, con lo que muchos estadounidenses comenzaban a demandar nuevos modelos
Así, Louis Horwitz, propietario de una vitrina de Packard y Kaiser-Frazer; Charles D Thomas, un ingeniero formado en la División Pontiac de General Motors, y el mecánico Norman Richardson, reunieron un capital para producir un coche de mil dólares como máximo, pensando en los empleados y en el primer vehículo para un joven.
Los inversionistas optaron por un motor de Continental, de cuatro cilindros, con caja de cambios manual de 3 velocidades fabricada por Warner, y con un diseño que preveía una única silla para los tres ocupantes.
Luego ampliaron los proveedores de motores para Playboy, comprando algunos modelos de Hércules, de cuatro cilindros y caja de 3 velocidades.
Playboy produjo 97 unidades, de las que 36 usaron el motor Hércules y 61 el Continental, siendo en 1947 cuando se lanzaron los primeros modelos en una pequeña fábrica de Buffalo, en Nueva York.
Playboy se mudó en 1948 a Tonawanda, condado de Erie, una vieja fábrica de Chevrolet que contaba con una capacidad instalada para producir 10 mil vehículos al año, además de prensas de estampado.
La fábrica produjo 40 vehículos prototipo, buscando financiación en la bolas a través de la venta de 20 millones de acciones, con un centavo de dólar de valor cada una.
Sin embargo, las cosas no marchaban bien económicamente, y en 1950 la empresa cerró, siendo rematada en 1951 para hacer frente a las deudas con acreedores.
Playboy Motor Car Corporation pasó a manos de la empresa Lytemobile Corporation, que intentó en vano reflotar la marca siguiendo los diseños originales.
Ya en manos del empresario Alvin Trumbull, asesorado por Preston Tucker, vendió los modelos fabricados a un coleccionista privado.
A día de hoy se estima que sólo una treintena de esos vehículos sobreviven, de los cuales 14 o 15 se mantienen en buen estado.