Con un clima privilegiado y unas condiciones del suelo favorables, la región española de Jerez luce con orgullo uno de sus productos más afamados y reconocidos en el mundo entero: el brandy.
La historia de esta bebida comienza con las uvas, de altísima calidad, capaces de generar la cantidad necesaria de azúcar como para que pueda ser transformada en alcohol. Mediante un proceso de destilación, éste se separa del agua, para ir conformando el sabor único del brandy de Jerez.
Uno de los máximos exponentes de este delicioso brebaje es el Carlos I, producido por las Bodegas Osborne, y capaz de satisfacer las exigencias de cualquier experto a partir de su versión Solera Gran Reserva. Este fenomenal añejo, de color ámbar intenso con reflejos dorados, es potente al olfato, con aromas de madera envinada con vino de esa región andaluza y con destellos de tabaco y vainilla.
Para su elaboración se procede a destilar el vino de uva palomino, exclusivo de la provincia de Cádiz (en el sur de Andalucía), donde es envejecito en barricas de roble americano.
El brandy Solera Gran Reserva tiene una vejez promedio superior a 10 años, y cuenta con varios reconocimientos a nivel internacional, como la medalla de plata y bronce en la categoría de “Best in Class” en The International Wine and Spirit Competition.
Según expertos de Alto Nivel, «al gusto es amplio, profundo, persistente y equilibrado; con sensaciones retro-nasales francas que lo hacen muy elegante. Por su sistema de crianza a partir de criaderas y soleras, es un brandy homogéneo y con una personalidad propia en cuanto a color, sabor, carácter y aroma».
El brandy jerezano puede beberse solo o con hielo, y es ideal para disfrutarse como digestivo junto con el café o algún refinado postre.