Fundada en el año 421, Venecia desde el origen se ha presentado como lugar único, pero siempre cambiante. Ha proveído el refugio a sus habitantes de los bárbaros germánicos, ha formado parte de la gran Constantinopla, se ha independizado y formado capital de la Republica Serenissima, ha sido comerciante y ha sido amante. El Hotel Luna Baglioni coronado como el más antiguo del mundo, ha sido testigo de la gran historia de Venecia.
Luna Baglioni le da la bienvenida – a parte de a los viajeros – a la modernidad, sin perder el toque con lo clásico. Sus fundamentos mas antiguos se encuentran desde la Edad Media cuando era albergue utilizado por personajes tan históricos como los Templarios de Cristo. En lo que actualmente son el lobby y la sala de recepción, en 1820 se encontraba la iglesia Locanda de la Luna; una de las tantas iglesias que unificaban Venecia con las melodías campaniles que se siguen escuchando hoy. El edificio es una belleza arquitectónica que incorpora los estilos renacentistas, clásico y barroco, integrados perfectamente tras la influencia bizantina, pero sin perder la singularidad inimitable veneciana.
Adicionalmente a la belleza arquitectónica, el diseño del interior permite al huésped entrar en una situación de cuento de hadas, con el plus que éste es uno verdadero. La decoración es completamente barroca, convirtiéndose en un escenario para un ambiente romántico. El hotel de nuevo nos enseña el juego del pasado con el presente al amueblar su espacio con varios objetos originales antiguos – restaurados – en juego con artículos modernos.
Por todo el hotel se ven candelarios originarios de Murano hechos específicamente para el hotel, una colección privada de arte veneciano del señor Baglioni decora las paredes, y muebles restaurados llenan los espacios comunes. En el Marco Polo Ballroom nos transportamos al siglo XVIII, con los techos altos y grandes ventanales. En el techo se encuentran los frescos originales de la escuela del pintor veneciano Tiepolo, con el suelo original restaurado. Subiendo de pisos al suite mas lujoso del hotel, el San Giorgio nos demuestra también la belleza de lo original.
Desde la entrada se ve el piso de madera obrada a mano y ensamblada con técnicas antiguas, es decir, sin pegamento ni clavos para sostener las piezas en su lugar. Pasando la puerta entramos a la época de Louis XVI y la influencia de su trianon versallesco. Tiene de superficie un total de 254 m2 – 153 de habitación y 101 de terraza con vista hacia el Jardin Real – y ha sido decorado por un francés especializado en antigüedades francesas de la época. La pintura y el color fueron diseñadas específicamente para el cuarto, siguiendo también las maneras antiguas de desarrollarlos, con los bordes y relieves resaltados en hoja de oro. Amueblada con piezas originales también del siglo XVIII, cuenta asimismo con su propia biblioteca, sala, comedor, dos cuartos, y tres baños, a parte de una cocina con entrada separada, en caso que los huéspedes desearan que el chef les cocinara algo en la comodidad de su propio cuarto. Sin embargo, no es necesario hospedarse en este suite para disfrutar de lo personalizado ya que todo cuarto cuenta con una decoración única, escogida especialmente para cada uno y con comodidades Ortigia desarrollados especialmente para el hotel.
Un salón que absolutamente debe ser visitado es el restaurante Canova del hotel. La región de Véneto tiene reputación de ser muy sabrosa, con delicias e influencias tanto italianas como orientales gracias a los bienes traídos en la ruta de seda. Aun si su comida no es considerada precisamente como exótica, bien vale la pena degustarla. Todo ingrediente utilizado en los platillos es de origen local, rindiendo así una dieta muy completa y varios menús estacionales.
Sí, Venecia tiene uno de los menús más ricos del mundo, y el Luna tiene uno de los restaurantes más ricos de Venecia. El chef Cosimo Giampaolo nos presenta con comida mediterránea, estacional local, y más aún, los platillos que se encontraban en la mesa del Doge o el equivalente del príncipe veneciano. Gracias al Canova y su chef, el patrimonio culinario se puede disfrutar en forma de un exquisito platillo – con sabores que no se sobrepasan sino se complementan – y para acompañar, una copa de una línea de Prosecco creada exclusivamente para el Luna.
Ubicado a una cuadra de la Piazza San Marco, el hotel Luna Baglioni sin duda entiende la importancia de location, location, location. La famosa Piazza no solamente tiene miles de tiendas de lujo, artesanías y restaurantes locales, sino que también lugares emblemáticos como el Museo Correr o la Basílica San Marcos, permitiendo así al huésped turistear a sólo unos pasos de su habitación. No hay audiencia específica a la cual se dirige el hotel, ya que cualquier huésped podría encontrar su estancia ideal en el Luna Baglioni. El hotel cuenta con dos accesos, uno acuático para recibir lanchas privadas y otro peatonal, donde sobre la misma calle se encuentran varias tiendas lujosas como Bruno Magli, Roberto Cavalli, Vhernier, Vorano Giovanni, entre otras. El hotel ofrece un personal shopper si el huésped así lo deseara. También cuenta con una lancha que conecta con Murano y tiene un conserje que puede organizar visitas de día a los cuadros romanos y otros sitios históricos a máximo dos horas del hotel en coche, para aquellos quienes deseen ser mas aventureros.
Había escuchado que el Luna Hotel Baglioni era prácticamente irresistible, y después de mi estancia puedo confirmar que tiene un encanto único. Los cinco sentidos son deleitados gracias a la comida, la decoración y la atención completamente personalizada. La gente ama su trabajo y ama su rol con la historia presente del hotel. La pasión se siente – desde el maletero hasta el estupendo manager – y se contagia, y así es como nosotros los huéspedes nos sentimos entusiasmados de formar parte de la gran historia de esta maravillosa ciudad a través del genuinamente singular hotel Luna Baglioni.